El uso de fachadas ventiladas ofrece una ventaja significativa en términos de reducción de la robustez estructural necesaria en un edificio. Al ser considerablemente más ligeras que las soluciones de cerramiento tradicionales, estas fachadas disminuyen el esfuerzo de las cargas verticales externas sobre la estructura. Esto no solo alivia la presión sobre los cimientos y los componentes estructurales principales, sino que también permite una mayor flexibilidad en el diseño arquitectónico, ya que se pueden emplear sin necesidad de reforzar sustancialmente la estructura existente.
Esta característica es especialmente valiosa en proyectos de renovación y rehabilitación de edificios, donde se trabaja sobre una estructura preexistente. En estos casos, la instalación de fachadas ventiladas permite realizar mejoras estéticas y funcionales sin incrementar significativamente el peso total del edificio. De esta manera, se minimiza el impacto sobre las cargas originales, evitando la necesidad de reforzar las bases o columnas, lo que puede ser costoso y complejo.
Además, la ligereza de las fachadas ventiladas facilita su instalación y reduce los tiempos de ejecución, lo que también contribuye a una mayor eficiencia en la obra. Esta capacidad para adaptarse a las cargas estructurales existentes es una de las razones por las cuales este sistema es ampliamente utilizado en la renovación de edificios antiguos o en aquellos que requieren un enfoque menos invasivo en términos de intervención estructural.
En resumen, las fachadas ventiladas no solo aportan mejoras en términos de eficiencia energética y estética, sino que también representan una solución altamente eficaz desde el punto de vista estructural. Su ligereza y facilidad de adaptación las convierten en una opción ideal para proyectos que requieren minimizar el peso añadido a la edificación, asegurando a la vez una renovación exitosa y duradera.
