Esta técnica constructiva permite la instalación de aislamiento térmico de manera continua y uniforme, envolviendo completamente los pilares de hormigón y las paredes en el exterior del edificio. Al aplicar el aislamiento en esta forma continua, se garantiza una cobertura sin interrupciones en toda la superficie exterior, lo que maximiza su efectividad.
Una de las principales ventajas de esta técnica es la eliminación completa de los puentes térmicos. Los puentes térmicos son áreas en las que el aislamiento es interrumpido, permitiendo la transferencia de calor entre el interior y el exterior del edificio. Al envolver los pilares y las paredes en un solo sistema de aislamiento, se eliminan estos puntos críticos, evitando que el calor se escape o que el frío entre en el edificio.
El aislamiento térmico se adhiere a la capa interna de la piel exterior del edificio, lo que asegura que el calor generado por sistemas de calefacción artificial se mantenga en el interior. De este modo, el calor no se transfiere a la columna de aire exterior, sino que se acumula en los espacios interiores, mejorando la eficiencia energética y reduciendo la necesidad de calefacción adicional.
Esta técnica no solo optimiza la retención de calor en invierno, sino que también contribuye a una mayor estabilidad térmica a lo largo del año. En resumen, al proporcionar una envoltura continua y efectiva contra la transferencia de calor, esta técnica constructiva mejora significativamente el confort interior y la eficiencia energética del edificio.